En nuestra vida cotidiana y muchas veces sin darnos cuenta, nos encontramos con la necesidad de celebrar distintos contratos.
Podríamos decir que estos contratos se celebran de forma automática, sin siquiera tener real conciencia de ello.
Algunos sólo requieren de la realización de ciertas conductas o acciones de nuestra parte y en otros casos se exige mayores formalidades.
En ciertas ocasiones, el contenido del contrato es discutido por las partes y en otras, los más comunes, derechamente adherimos a sus condiciones contractuales sin discutirlas previamente, como cuando tomamos un microbús o compramos en un supermercado.
Un contrato consiste en un acuerdo de voluntades realizado entre personas para llevar adelante relaciones comerciales, civiles, laborales, de familia, etc. Su utilización tiene muchos beneficios.
Si nos situamos en un día normal, podemos percatarnos de cómo nuestra vida está contractualizada.
Es un hecho de la realidad y de la cotidianeidad de cada día de las personas, que para satisfacer nuestras distintas necesidades celebremos contratos de compra y de arrendamiento de servicios.
Ejemplos de ellos los tenemos:
En muchas ocasiones, en razón de nuestra cultura, es normal que nos neguemos a celebrar un contrato al emprender algún negocio con amigos o familiares, ya que tenemos la creencia de que son personas de confianza y que nunca nos van a defraudar.
Sin embargo, siempre existe la posibilidad de que alguno de los involucrados no cumpla con sus responsabilidades y obligaciones, motivo por el cual se recomienda protegerse ante esta situación, siendo una manera de hacerlo a través de los contratos.
Si profundizamos un poco acerca del contenido de los contratos, podemos advertir que se trata de la estipulación de manera muy detallada, de las causas que las partes han analizado y que las motivan a crear un compromiso.
En el instrumento se:
Por su parte, existen muchas razones para celebrar un contrato, por citar un ejemplo es la necesidad de proteger ante todo a quienes dependen de nosotros, reconocer las deudas, asegurar una inversión, etcétera.
Siempre es necesario tener las cosas por escrito, y no debe verse como algo para generar desconfianza en los demás si no como un compromiso y un auxiliar en las obligaciones de cada quien adquiere.
Si intentamos explorar con una mirada más amplia y general sobre los imaginarios y el significado del “contrato” en la vida e historia de los pueblos y de las diversas culturas, podríamos afirmar que:
Mediante un contrato se regulan:
Artículo realizado por: Mauricio Caussade Goycoolea, abogado de MuySimple.cl
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